GÓNDOLA

GÓNDOLA  VENECIANA     –      sg.  XV al XXI     –    Casco de nuez y peana de avellana

Por muchos considerada la más bella embarcación. Su elegancia y esbeltez es imposible reproducir en un rechoncho cascarón.

Sus medidas, estructura y decoración, se fueron adaptando con los siglos y por necesidades urbanísticas.

De unos once metros de eslora y carentes de quilla, su ligereza (600 kg. aprox) las hace casi flotar sobre el aire, lo que permite a su único tripulante (Gondoliere) maniobrar en los complicados canales venecianos.

Su asimetría respecto a la crujía  (De 24 cms. aprox.) en la curvatura más pronunciada de su banda de babor, permite el impulso equilibrado de su única boga por estribor y con ayuda de la Fórcola, una maravilla de diseño para apoyar el remo y ejecutar muy variadas maniobras. Esta asimetría es apreciable sobretodo, cuando la góndola está amarrada y sin viajeros a bordo, lo que acentúa un leve escoramiento a estribor. Asimismo en proa lucen una pieza de hierro que sirve de contrapeso a la posición muy trasera del gondolero.

Esta pieza no solamente tiene esta necesidad técnica sino que además su decoración está haciendo un homenaje a la propia ciudad de Venecia. Se trata de una especie de peine con seis púas hacia delante en honor a Sestrieri (Seis barrios de Venecia) y uno trasero recordando a la isla de Giudecca. El arco superior recuerda el puente de Rialto. Y la forma en “S” en la prolongación de la roda, nos evoca el Gran Canal.

Su color negro se determinó en el siglo XVI. Anteriormente había tal profusión de colores y ornamentación que la nobleza competía por lucir su más lujosa embarcación, pero con motivo de la desolación que la peste provocó, se promulgó un decreto para que el luto recordara tan tristes fechas.

De las miles de góndolas, que según documentos, surcaban los canales venecianos, en la actualidad se censan aproximadamente pocos centenares, sustituidas por Vaporettos y relegadas al uso turístico.

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ODRE INFLADO

ODRE INFLADO.     –     Siglo XXX a.C.      –      Mesopotamia

Aunque no se pueda considerar una embarcación, fue una solución para desplazarse y poder mantener medio cuerpo a flote.

Solían confeccionarlos con pellejos de cabra, debidamente untados de pez y cosidas o amarradas sus aberturas de cuello y patas. Inevitablemente nos recuerdan a los pellejos que se utilizaron durante siglos para almacenaje y transporte de vino o aceite.

Según detallan relieves o inscripciones, ya eran utilizados en la antigua Mesopotamia. Bien abrazándose a ellos, para un desplazamiento individual, o amarrando varios unidos a alguna estructura más voluminosa y pesada.

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TOTORA

TOTORA   (Lago Titicaca)     –    S. XX a.C. hasta la actualidad     –     Casco de acículas de cedro

La abundancia de estos juncos en los lagos de tierras altas, permitió elaborar diversas soluciones a la hora de mantenerse a flote, desplazarse, pescar, o trasladar enseres por estas aguas.

Tanto los habitantes del lago Titicaca o los costeños en las playas, supieron diseñar estructuras de diversos tamaños y formas, amarrando haces de totora y dando la forma adecuada a sus necesidades.

De los más sencillos en su construcción fueron los “Caballitos mochicas”, que desde hace siglos y en la actualidad se siguen utilizando, manejados por un solo tripulante, de manera que sentado a horcajadas podía impulsarse con ayuda de un remo o simplemente dejándose llevar por las olas en las playas de Huanchaco.

Otros de mayor tamaño solían instalar alguna vela, a veces con totora entretejida y completar con aparejos de pesca, o decorar la proa con la cabeza de un jaguar.

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GOLETA

GOLETA   –   Sg. XIX     –     Casco de nuéz de pecán,   Peana de bellota

Aparecidas en el siglo XVIII perduraron con muchas variantes hasta el XIX.

Por su rapidez y maniobrabilidad de fáciles ceñidas, fueron utilizadas para el comercio de cabotaje con mercancías ligeras.

Generalmente eran de menor tamaño que los bergantines. Casi siempre con dos mástiles, el trinquete a proa y el maestro, de mayor tamaño en popa. Ambos montaban velas de cuchillo con aparejo de cangreja. Estas velas de fácil maniobra, requerían poca tripulación. Un gran bauprés permitía largar foques de superficie muy amplia.

Las hubo de tres y hasta siete mástiles y gran tonelaje para expediciones en alta mar, pero en casos excepcionales y con poco éxito ya que fueron desplazadas poco a poco por la navegación a vapor. Aunque el diseño de sus velas fue adoptado con posterioridad por Buques escuela, más modernos.

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