NAVIO DE LINEA

NAVIO DE LINEA . Siglo XVIII –  Casco de tres nueces de pecán unidas – Peana nuez común

Si en algo se recuerdan las imágines de grandes batallas navales de este siglo, se debe al majestuoso porte de estos gigantes erizados de cañones.

Se clasificaban en categorías de primera, segunda, tercera, cuarta clase, etc. dependiendo del número de cubiertas y equipamiento de artillería.

Las tácticas navales cambiaron. En los enfrentamientos ya apenas se consideraban los abordajes, por lo que prácticamente fueron desapareciendo los castillos de proa y popa.

La cubierta se dispuso más diáfana para instalar más artillería y rápidas maniobras de su numerosísima tripulación. Llegando a desplazar más de tresmil toneladas, su aspecto imponente se asemejaba a una gran muralla. No en vano el Reino Unido, se vanagloriaba diciendo que la gran muralla protectora de su reino, estaba construida de madera. Metáfora que referenciaba su gran flota de navíos de línea.

El Santísima Trinidad de la marina Española, construido en La Habana, llegó a disponer de ciento cuarenta cañones y cerca de cinco mil toneladas. Fue el más grande en su época y hundido en la Batalla de Trafalgar.

El planteamiento de batalla en estos navíos de línea, consistía precisamente en eso; en organizar una linea impenetrable de estos colosos, presentando la banda correspondiente al fuego enemigo y con sus portañolas abiertas, vomitar sucesivas andanadas y recargar nuevamente lo más rápido. Tras irse disipando la gran cortina de humo, se intentaba distinguir los daños causados en el costado y arboladura del enemigo. Este último como es lógico procedía del mismo modo.

Existe numerosa y variada documentación sobre el diseño, batallas, mantenimiento y anécdotas, que en este siglo protagonizaron estos gigantes.

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